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SALA URBANA

El Arte Urbano en Santander

"Memoria, Territorio y Conciencia desde el Muro"

I. Introducción: Arte en la calle, historia en movimiento

El arte urbano en Santander, y particularmente en Bucaramanga, ha recorrido un sendero de consolidación que supera la simple apropiación del muro como soporte estético. Desde finales del siglo XX hasta hoy, las prácticas de muralismo, grafiti y arte público se han constituido en herramientas de activación social, construcción simbólica del territorio y resistencia cultural. En esta historia, el muro es archivo, protesta, pedagogía, altar y testimonio. Un espacio donde las comunidades imprimen sus narrativas y los artistas ejercen su agencia crítica, ética y política.

II. Antecedentes del arte urbano en Bucaramanga y Santander

Aunque el grafiti como manifestación juvenil comenzó a hacerse visible en la periferia de Bucaramanga a finales de los años ochenta —influenciado por el hip-hop y las culturas del skate— fue durante las décadas de 1990 y 2000 cuando el muralismo tomó fuerza como forma de arte colectivo. Barrios como Campohermoso, Café Madrid, Girardot y San Francisco comenzaron a ser lienzos vivos para artistas populares y autodidactas que, muchas veces desde la informalidad, reconfiguraron el paisaje urbano con mensajes de denuncia social, identidad barrial o espiritualidad.

El departamento también vivió este auge en ciudades como Barrancabermeja, con colectivos como Pintando por la Paz, y en municipios como San Gil o Socorro, donde jóvenes empezaron a trabajar murales comunitarios para visibilizar problemáticas sociales, ambientales y de memoria histórica.

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III. Teorizando el arte urbano: entre estética y política

Autores como Nicolas Bourriaud, con su concepto de estética relacional, o Henri Lefebvre con su noción del “derecho a la ciudad”, ofrecen marcos teóricos útiles para comprender el arte urbano santandereano no solo como acto decorativo, sino como acto de intervención en las formas de habitar el espacio público. En clave latinoamericana, los planteamientos de Néstor García Canclini y Ana Longoni son esenciales para comprender cómo el arte, cuando se inserta en dinámicas sociales, puede actuar como mediador simbólico en procesos de reparación, memoria y agencia ciudadana.

También, estudios nacionales como los de Santiago Rueda Fajardo (Una historia del grafiti en Colombia, 2009) o las investigaciones de Luz Helena Oviedo y Mónica Lucía Rojas sobre prácticas artísticas comunitarias, aportan claridad sobre cómo el arte urbano en Colombia ha operado como forma de contracultura, pedagogía crítica y agencia política.

IV. Artistas y colectivos referentes en Santander

Entre los nombres clave del arte urbano santandereano destacan figuras como:

Colectivo Tres Perros, Lucho, Pinky​, Mr. Will, y más recientemente, el Colectivo CROMO (Colectivo Regional de Muralismo del Oriente), grupo que ha articulado arte, historia y territorio desde una mirada ética, estética y comprometida.

V. Políticas culturales: una ciudad que se pinta a sí misma

La expansión del arte urbano en Bucaramanga también ha sido posible gracias a los esfuerzos institucionales liderados por la Alcaldía de Bucaramanga y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo. A partir de la pospandemia —tras los duros efectos de la contingencia sanitaria por el COVID-19— se ha revitalizado la apuesta por una ciudad más viva, diversa y colorida a través del fomento al arte público.

Los programas de becas y estímulos han permitido que numerosos artistas emergentes y consolidados accedan a recursos para intervenir el espacio público con propuestas de calidad y sentido comunitario. Convocatorias como la de Bucaramanga Cree en tu Talento, Laboratorios de Creación, Muralismo para la Memoria, o Pinta La Bonita han sido clave en democratizar el acceso al arte y estimular la creación contemporánea.

Como resultado, se ha gestado una nueva cartografía visual de la ciudad: decenas de murales que honran el medio ambiente, exaltan los oficios tradicionales, visibilizan a las mujeres, rescatan la memoria histórica y proponen futuros posibles. La calle se ha transformado en galería, en museo vivo y en aula pública.

VI. Comuna 14: arte comunitario y turismo de memoria en expansión

Un caso emblemático en este proceso de apropiación cultural del espacio urbano es la Comuna 14 de Bucaramanga, donde líderes comunitarios, artistas locales, colectivos culturales y organizaciones barriales han tejido una red de colaboración para consolidar un circuito de arte urbano y muralismo con vocación turística y pedagógica.

Gracias al trabajo articulado entre gestores culturales, jóvenes muralistas, Juntas de Acción Comunal, instituciones educativas, y el acompañamiento de entidades públicas, se ha logrado convertir este sector en un punto de referencia para el arte público de base comunitaria. Se han creado más de 50 murales que recorren temas como la defensa del territorio, la biodiversidad del nororiente colombiano, las memorias de resistencia popular, la cultura del agua, la mujer campesina y la tradición oral del barrio.

Este proceso no solo ha generado impacto estético, sino que ha fortalecido la identidad local y ha abierto oportunidades para el desarrollo de rutas de turismo cultural y social, donde los visitantes pueden explorar los murales guiados por narradores locales que cuentan las historias detrás de cada obra.

El inventario mural de la Comuna 14 se proyecta como una herramienta de construcción de ciudadanía, activación económica e intercambio cultural, situando al arte urbano como motor de transformación territorial.

VII. Arte urbano y medios: voces de una ciudad en transformación

El arte urbano ha ocupado espacio en medios de comunicación locales, que han documentado su evolución como fenómeno estético y político. Reportajes como “El arte que decora la resistencia” (Vanguardia, 2017) o el especial “Muros con historia” del medio independiente Periferia muestran cómo el muralismo ha sido herramienta de reconstrucción del tejido social.

Las coberturas más recientes destacan murales que denuncian la minería en Santurbán o las desapariciones forzadas durante el conflicto armado. De este modo, los medios han sido testigos y difusores de un arte que ya no solo “embellece” la ciudad, sino que la interroga, la transforma y la recuerda.

VIII. El mural "Vida y Memoria": ética, ecología y memoria colectiva

Como hito reciente de esta evolución, se destaca la realización del mural “Vida y Memoria”, obra del Colectivo CROMO bajo la dirección creativa del artista Julián Villamizar Rincón, muralista, curador y gestor cultural. Esta obra, emplazada en la Carrera 27 con Avenida González Valencia de Bucaramanga, no solo embellece el entorno urbano, sino que lo resignifica.

Con una iconografía que exalta la fuerza femenina, los paisajes naturales y la memoria histórica, el mural plantea una narrativa visual que interpela tanto al espectador ocasional como al habitante cotidiano. En su composición conviven símbolos del patrimonio natural de Santander con rostros que remiten a la ancestralidad, la espiritualidad y la resiliencia popular.

El mural, además, se enmarca en una línea de trabajo coherente que Julián Villamizar ha venido desarrollando en la región, articulando pensamiento ecológico, patrimonio histórico y poética visual. Su propuesta se sostiene en el compromiso con una ética del cuidado, que reconoce en la memoria colectiva y en el medio ambiente no solo fuentes de inspiración, sino de responsabilidad estética y política.

IX. Conclusión: el arte urbano como conciencia expandida

El arte urbano en Bucaramanga y Santander no puede entenderse como una moda o tendencia pasajera. Es una práctica insurgente, una pedagogía expandida, una forma de escritura del presente. Desde los primeros trazos ilegales hasta los actuales murales institucionales o independientes, este movimiento ha revelado las tensiones, esperanzas y heridas de una sociedad que busca reescribirse a sí misma desde el muro.

Y en esa búsqueda, artistas como colectivos como CROMO continúan marcando el pulso de una región que transforma su historia a brochazos, a color, con conciencia y con memoria.

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VIDA Y MEMORIA

FLUYENDO CON LA HISTORIA Y

EL PATRIMONIO DE BUCARAMANGA

 

"Vida y Memoria: Fluyendo con la Historia y el Patrimonio de Bucaramanga" es un mural que nace del reconocimiento profundo de nuestras raíces y de la necesidad de honrar la historia que sostiene nuestra identidad colectiva. Esta obra plasma en sus trazos y colores la fuerza de las mujeres santandereanas, desde las indígenas de la etnia Guane hasta las campesinas que han labrado estas tierras, entrelazadas con los paisajes que nos definen: el Cañón del Chicamocha y el Páramo de Santurbán.

 

El mural se erige como un cauce simbólico donde confluyen memoria, tradición y naturaleza. Cada línea y cada forma representan no solo rostros individuales, sino la continuidad de una cultura resiliente que ha tejido su existencia a través del trabajo, la resistencia y el amor por la tierra. Al emplazarse en el corazón urbano de Bucaramanga, esta obra transforma un muro en un acto de memoria viva, ofreciendo a la ciudad no solo belleza estética, sino también un espacio para la reflexión, el orgullo y el diálogo entre generaciones.

 

En un contexto donde las dinámicas urbanas tienden a olvidar el valor de las raíces, "Vida y Memoria" propone una mirada hacia nuestro origen, recordándonos que toda transformación verdadera se nutre del respeto por la historia y el reconocimiento de quienes han construido silenciosamente nuestro presente.

 

Este proyecto no hubiera sido posible sin el talento, la sensibilidad y el compromiso de los artistas que conforman el Colectivo Regional de Muralismo del Oriente – CROMO, y creadores invitados que sumaron su arte y visión. Expresamos nuestro más sincero agradecimiento a Wilmer Serrano "Mr. Willart", Camilo Andrés Correa, Jahzeel Villamizar, María Angélica Acuña "Angie Mur", Martha Cadena y María Nancy Rincón, quienes, con su dedicación, hicieron posible que esta iniciativa tomara forma.

 

Agradecemos especialmente a la Alcaldía de Bucaramanga, al Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga (IMCT), a la Asociación Colombiana de Artistas Visuales – ACOAVI, a la Asociación Internacional de Artes Plásticas – AIAP/IAA y a la UNESCO, por su respaldo institucional y su apuesta decidida por el arte como motor de transformación social y cultural.

 

Esta obra queda como un legado para la Ciudad Bonita: un mural que nos invita a mirar hacia atrás para avanzar con más fuerza hacia el futuro.

 

Julián Villamizar Rincón

Diseñador, Artista Plástico y Visual

Representante Colectivo Regional de Muralismo del Oriente – CROMO

Secretario Asociación Colombiana de Artistas Visuales – ACOAVI

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